Este 8 de marzo, día en que se conmemora una histórica y trágica huelga de mujeres, se convirtió en una cita obligada intergeneracional, transnacional, diversa e inclusiva, que nos coloca una vez más en la necesaria e ineludible reflexión sobre el contexto que estamos viviendo y nos obliga a erguirnos para luchar por nuestros derechos y en contra de las violencias patriarcales.
Todas las mujeres de la justicia que nos reunimos en esta edición especial 8M de Diálogo Ciudadano, más todos los hombres, colegas y compañeros, que integramos los sistemas de justicia, nacimos, nos criamos y vivimos en este sistema patriarcal que vulnera derechos, que invisibiliza a las mujeres y a personas con identidades diversas, y que perpetúa las desigualdades de género, clase y etnias. Pero lo estamos deconstruyendo.
Paulatinamente, con mucho trabajo y sacrificio, estamos haciendo visible el trabajo de las propias mujeres en el interior de la Justicia; logramos que sus voces, su impronta, su particular modo de resolver conflictos, sea vista, escuchada, valorada y que eso, sin dudas, redunde en una mejor y más cercana justicia para toda la sociedad. ¿Falta? Claro, y muchísimo, pero este es el rumbo y no claudicaremos. Nuestras batallas se dan cotidianamente, en nuestras rutinas de trabajo: en cada juzgado, en cada fuero, en cada mesa de entradas, en cada fiscalía, en cada defensoría, en cada ciclo de capacitación, en cada debate o encuentro nacional o internacional.
En pleno siglo XXI resulta inverosímil tener que afirmar que ninguna persona debe tener una posición de privilegio en esta sociedad en función de su género o su identidad sexual. Sin embargo, nos vemos obligadas a hacerlo, reafirmarlo, pregonarlo, explicarlo y batallarlo, diariamente, desde los lugares que ocupamos. Vivimos obstáculos, tensiones y contradicciones en nuestros lugares de trabajo, ya que históricamente los espacios judiciales fueron reservados a los hombres y excluyentes para nosotras las mujeres. Hoy, estar al frente de cargos de decisión nos lleva a enfrentar críticas por el sólo hecho de ser mujeres. Lo importante es que ya no nos callamos, buscamos y utilizamos novedosas herramientas para lograr las transformaciones anheladas.
En nuestra Federación, luego de muchos años, pudimos acceder nuevamente a la presidencia. Pasaron 33 años para que una mujer pueda ocupar el cargo de presidenta. Nuestra primera presidenta, Irene Rodríguez de González Godoy, homenajeada en esta edición especial, desempeñó su labor entre los años 1988-1990, rodeada de hombres.
Las mujeres y los hombres que integramos la nueva comisión directiva -desde el mes de diciembre de 2021- creamos la nueva Dirección de Políticas de Género, Igualdad y Diversidad, en la convicción de que el asociacionismo judicial resulta imprescindible para el exhaustivo trabajo que debe realizarse en cada una de las jurisdicciones, tanto en materia de capacitación, como en el de coordinación de esfuerzos en el delineado de políticas judiciales.
En estos últimos dos años, pandemia y postpandemia de por medio, constatamos un agravamiento de las violencias machistas, un aumento de la carga de trabajo de cuidados de las mujeres, la profundización de las brechas sociales y el aumento de la precarización de las personas más vulnerables.
Debemos tener presente que toda la problemática, requiere el esfuerzo coordinado de los tres Poderes del Estado y de la sociedad civil. En soledad, será imposible combatir las violencias y crear sociedades justas y pacíficas. Conocemos de los múltiples esfuerzos que se están haciendo en cada una de las provincias y en CABA para modificar los estereotipos que se encuentran tan arraigados. Obviamente, que parecen insuficientes. Pero es muy importante tener presente desde donde hemos partido y hacia donde queremos llegar.
Los invito a recorrer esta sexta y especial edición de Diálogo Ciudadano, con la convicción que tanto nuestra Argentina, como el mundo todo, necesita: igualdad; educación sexual y afectiva que incluya todas las identidades y opciones sexuales; el combate y la eliminación de las violencias machistas; la corresponsabilidad en el hogar y cuidado de personas; la autonomía y la libertad; condiciones laborales que dignifiquen a mujeres y hombres; compromiso con el medio ambiente; una justicia universal y accesible, y por sobre todas las cosas, hoy más que nunca: paz.