Es tiempo de dejar atrás las características patriarcales de los sistemas de justicia

Emilia Valle es la presidenta del Superior Tribunal de Justicia de Chaco elegida para este año 2022.

Emilia Valle es la presidenta del Superior Tribunal de Justicia de Chaco elegida para este año 2022. Es la segunda vez que ocupa el cargo, ya lo había hecho en 2019. En su larga trayectoria podemos mencionar que fue jueza de la Cámara en lo Criminal de Villa Ángela, fue defensora oficial, agente fiscal, jueza de instrucción y jueza de garantías. Su ingreso a la justicia fue el 28 de septiembre de 1984 como escribiente en el juzgado civil y comercial Nº 1 de Villa Ángela.

Empecemos analizando las cuestiones de igualdad entre mujeres y hombres.

Sabemos que constitucional y convencionalmente existe la obligación de los estados de avanzar y garantizar – en forma general – la igualdad de oportunidades y la igualdad sustantiva entre varones y mujeres o identidades femeninas. Cedaw, Belén do Pará, los Objetivos Sustentables 2030, ONU, ONU Mujeres, organizaciones de todo tipo, leyes nacionales, etc, nos vienen señalando el rumbo hace ya bastante tiempo. Lo que se verifica es que aún queda mucho camino por andar y obstáculos de toda naturaleza siguen interponiéndose. Cuestiones culturales, políticas, económicas, directa o indirectamente, coadyuvan a que el ideal de igualdad plena siga siendo una ilusión y se sienta como una utopía. 

El sistema de justicia no se sustrae de este contexto y comparte con el resto de las estructuras sociales e institucionales del Estado, múltiples dificultades que se anteponen a la plena igualdad. Podemos ver de forma concreta esta realidad, si tenemos en cuenta, entre otros documentos y estudios de este tipo, el Mapa de Género que la OM de la CSJN elabora desde al año 2010, nutriéndose de la información provista por las justicias federal y provinciales, anualmente. 

¿Sigue existiendo el techo de cristal en la Justicia?

El techo de cristal sigue existiendo, aunque yo misma podría ser un ejemplo de que existen mujeres en altos cargos de responsabilidad y de poder institucional; no podemos afirmar aun que esos casos sean parte de un sistema plenamente igualitario. La dinámica de distribución de lugares de responsabilidad sigue atravesada por estereotipos y por obstáculos propios de los roles y mandatos sociales asignados históricamente a las mujeres. Ya no es una novedad decir que, desde siempre, las mujeres en general han tenido que posponer, retrasar y disminuir la calidad y tiempo de sus carreras profesionales y académicas, particularmente en los años de maternidad y composición de la familia, mucho más que la generalidad de los varones. 

Sin embargo, debo destacar que el Poder Judicial chaqueño revela un altísimo número de mujeres en lugares de decisión. Partiendo de contar con dos mujeres en el Superior Tribunal de Justicia (hasta hace dos años éramos tres), una Defensora General y una Defensora Adjunta. 

Asimismo, conforme el informe sobre paridad de género en la justicia chaqueña que realizó el Centro Judicial de Género del Chaco junto al área de estadísticas del STJ, en el año 2020 (armonizado con los datos del Mapa de Género nacional del año 2020), Chaco tiene más del 50 por ciento de su composición tanto jerárquica como del cuerpo de agentes, conformada por mujeres. La tendencia es muy positiva en el fuero penal donde históricamente los roles de decisión fueron masculinos, la magistratura en su conjunto tiene un 60 por ciento de juezas por sobre un 40 por ciento de jueces de género masculino. Salvo personal de maestranza y de contratos, en todos los ítems las identidades femeninas superan a las masculinas. 

De hecho, y aquí hay un dato que la perspectiva de género nos permite visualizar: el ministerio público de la defensa (asesorías, defensorías) históricamente tiene aproximadamente 75 por ciento de mujeres en todos los niveles, y en cargos de responsabilidad, la mayoría absoluta de asesoras y defensoras, son mujeres. Lo que es una cifra positiva en términos de acceso de las mujeres, lo que paradójicamente también puede estar mostrándonos la feminización de ciertos espacios, que se “reservan” históricamente solo a mujeres, por estar vinculados directamente a los ROLES de CUIDADO. 

Las fiscalías penales han roto la tradición de la exclusividad masculina, así como el número de camaristas penales mujeres. 

¿La presencia de mujeres mejora los sistemas de justicia?

Definitivamente la presencia de mujeres mejora los sistemas de justicia. Entiendo que, como lo vienen señalando en los ámbitos del pensamiento feminista y la academia y doctrina de la perspectiva de género, es tiempo de dejar atrás las características patriarcales de los sistemas de justicia, diseñados por varones para varones, armados originalmente en espacios conducidos solo por hombres, en contextos socio culturales donde la “emotividad” se atribuía a las mujeres con una carga de disvalor a la hora del ejercicio de cualquier tipo de poder, que no sea el exclusivamente doméstico.

Somos todos y todas seres sintientes, y pretender que el servicio de justicia en todos sus niveles se ejerza como una maquinaria burocrática, alejada de la realidad concreta de los y las justiciables, para ajustarse a interpretaciones dogmáticas de la ley, que aun sin quererlo, muchas veces nos llevan a prácticas deshumanizantes, finalmente genera más dolor que justicia. En nuestra diversidad sexo-genérica debemos aportar empatía y humanidad, reconocer la perspectiva de derechos humanos en todos los fueros e instancias y aplicarla operativamente lo mejor que podamos. La presencia de mujeres y diversidades en las estructuras judiciales, amplía la mirada del mundo y eso es una garantía de mejor y diferencial acceso a justicia para la comunidad.

¿Existe perspectiva de género en el ejercicio del trabajo cotidiano y a la hora de impartir justicia?

Me gustaría traer ahora la responsabilidad que nos cabe como ministros y ministras de los poderes judiciales, en este caso provincial, y a la vez la gratificación que nos da esta tarea, de elaborar y dictar sentencias que procuran establecer criterios ordenadores y corregir procesos que se realizaron de manera deficiente, generando así las herramientas procesales y exegéticas que nos demanda el camino de adecuación a la perspectiva de derechos humanos y de género. 

El fallo “K.A.D. S/FEMICIDIO” del año 2020, revocó una decisión donde imperaron los estereotipos y en la que se habían invocado figuras de la dogmática clásica penal utilizadas con un fuerte basamento sexista, como la “emoción violenta”. Es lamentable que todavía tengamos que señalar que “los órganos judiciales deben construir el análisis de los casos desde una adecuada perspectiva de género para así reconocer fielmente los derechos de las víctimas mujeres y evitarles una nueva victimización en la esfera institucional (…)” 

La Justicia chaqueña viene dando pasos importantes en el camino de la igualdad y de la perspectiva de género, pero es una tarea que todavía demanda más y mayores esfuerzos y compromisos, por parte de todas las personas que componemos el sistema de justicia, y que esto se realice afianzando los lazos con la comunidad.

No solamente las mujeres en lugares de decisión de la justicia, sino cada una de las personas integrantes de los poderes judiciales, debemos continuar fortaleciendo las prácticas cotidianas que nos acerquen más rápidamente a modos igualitarios, a respuestas efectivas y sobre todo reparadoras de las problemáticas que llegan a la esfera judicial. Dora Barrancos dijo en alguna ocasión: “pensar en clave de género es pensar en clave de humanidad”, y estamos trabajando para eso.