Programa de Prevención y Asistencia para Varones por Delitos Contra la Integridad Sexual

Ante el aumento del delito contra la integridad sexual, las juezas y jueces penales juveniles especializados manifiestan que no poseen talleres o programas a donde derivar a los adolescentes. Natalia Giombi, Jueza de Responsabilidad Penal Juvenil de Bahía Blanca conoció el dispositivo creado por Mutual Grupo Buenos Ayres para varones adultos, logró una experiencia exitosa en adolescentes, pero lamenta aún no poder institucionalizarla. Diálogos entrevistó a Maria Eva Sanz, presidenta de la Mutual, responsable de investigaciones sobre el perfil de las personas que cometen este tipo de delitos y de la creación de los dispositivos de prevención y asistencia.

Ante el aumento del delito contra la integridad sexual, las juezas y jueces penales juveniles especializados manifiestan que no poseen talleres o programas a donde derivar a los adolescentes. Natalia Giombi, Jueza de Responsabilidad Penal Juvenil de Bahía Blanca conoció el dispositivo creado por Mutual Grupo Buenos Ayres para varones adultos, logró una experiencia exitosa en adolescentes, pero lamenta aún no poder institucionalizarla. Diálogos entrevistó a Maria Eva Sanz, presidenta de la Mutual, responsable de investigaciones sobre el perfil de las personas que cometen este tipo de delitos y de la creación de los dispositivos de prevención y asistencia.

Maria Eva Sanz

¿En qué consisten estos dispositivos de asistencia y prevención para agresores sexuales?

Somos la primera institución que incursionó en la asistencia a los varones que han abusado sexualmente de niños, niñas y adolescentes. La masculinidad asociada a la violencia de género está más desarrollada, pero incluso, en el gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires que es una política pública gratuita, no admiten personas que hayan cometido un abuso sexual. Entonces te van quedando estas personas por afuera de cualquier herramienta de diagnóstico y ayuda, Por eso la justicia va confiando en nosotras, tenemos una gran responsabilidad, lo sabemos, pero la asumimos de forma transdisciplinaria. En nuestro equipo hay: abogada, trabajador social, psicóloga, psicóloga social, grafóloga, filósofa, politóloga. Y de este modo logramos unir al objeto de conocimiento que lo tenemos por parte, y articularlo para sacar una conclusión global y más verás.

Los dispositivos tienen una historia. Están basados en investigaciones que pude realizar en las cárceles federales con perfiles de varones que habían abusado sexualmente de niñas, niños y adolescentes, ese fue el primer recorte. Se hizo una investigación en el año 2000, autorizada por el Servicio Penitenciario Federal, en las cárceles de Deboto, Caseros y la Unidad 16 que alojaba en ese momento a personal de las fuerzas de seguridad y militares. En esas tres había abusadores sexuales, lo que nos permite erradicar algunos de los mitos en torno a los agresores sexuales: No pertenecen a una clase social determinada, pueden tener o no instrucción.

Así comenzamos a investigar los perfiles que teníamos en Argentina, pero más concretamente acá en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, porque teníamos mucha información internacional, pero a veces los contextos cambian y las personas se generan desde los contextos. ¿Quiénes son nuestros abusadores sexuales? Primero encontramos que es un delito rechazado por la sociedad, el tema sexual sigue siendo tabú, no hablamos de sexo, mucho menos hablamos de lo que les pasa a los varones que abusan de niños, niñas y adolescentes. Entonces todos los esfuerzos que hacemos primero tienen que estar dirigidos a derrumbar los mitos y aseverar con base científica que esto no es una enfermedad. El mito lo sostiene el patriarcado para que nada cambie y no se transforme la sociedad. Y no se transforma porque no cae el mito, entonces estás como un círculo vicioso. Cuando empezás a hablar de agresores sexuales, el mismo mito tiene como una alerta, y el patriarcado asegura que son todos enfermos mentales. Entonces, si son enfermos mentales, los psiquiatras son los únicos que van a trabajar con ellos. ¿Y cómo ve la psiquiatría al abuso? Lo ve recortado, ven sólo una parte de las causas que generan un abusador sexual en nuestra comunidad. Entonces se sigue reforzando el mito, hablan los psiquiatras y no personas como yo que soy trabajadora social y especialista en violencia. A lo sumo, alguna psicóloga con mucha suerte, se puede meter en ese terreno. El mismo patriarcado hace que se encapsule la problemática y no se pueda investigar más. En función de esta realidad, dentro de la Mutual Grupo Buenos Ayres, empezamos a trabajar con los primeros casos de abusos, siempre desde el lado del victimario, nosotros intentamos ver las características que tienen estas personas, pero no podemos hablar de perfiles porque son absolutamente diferentes en un montón de cuestiones, entonces es muy difícil abordarlos. Pero ya hace más de 15 años que estamos en esta tarea.

La segunda investigación fue hace dos años para una maestría que hice sobre pensamiento complejo, en la Multiversidad Mundo Real Edgar Morin en México. Investigué el marco teórico internacional y puse en cuestión nuestro protocolo de admisión. Así surgió nuestro protocolo específico con todas las variables que consideramos que están dentro del marco teórico. Esto fue abalado y certificado por la academia.

Luego, presentamos en la Universidad de San Juan tanto el protocolo de admisión como el protocolo de evaluación del proceso asistencial de un año, y la casa de altos estudios validó ambas herramientas.

Es muy común que la gente nos pregunte si la persona va a volver a abusar de alguien o no. Hay que aclarar que no tenés una política pública que sostenga, existen un montón de mitos y encima pretenden todos los resultados al 100% y la garantía. Es propio del patriarcado estos cuestionamientos para que no avancemos. No obstante, aunque no puedo dar garantías, tenemos muy buenos resultados.

 Hicimos un protocolo de evaluación basado en 13 objetivos específicos. Claramente tenés el objetivo principal, la máxima, que no reincida, que no vuelva a cometer un abuso contra una niña, niño o adolescente. Luego bajamos ese objetivo general a 13 objetivos específicos que dan como resultado la evaluación de una de las variables. Fuimos midiendo objetivo por objetivo y en el proceso de un año podemos decir si el desempeño de eso varón fue bueno, más o menos o malo.  Cuando hacemos un informe de cierre de un proceso, lo elevamos a la justicia, y colocamos en cada objetivo si fue cumplido, medianamente cumplido, no cumplido. De acuerdo a la profundidad que haya trabajado ese varón durante un año, va a lograr un objetivo, y a menor profundidad no lo va a lograr.

El dispositivo es grupal y trabaja sobre 4 dimensiones del sujeto: aspectos cognitivos, comportamentales, psicodinámicos e interaccionales. Los principales objetivos específicos son:

1.           Diferenciar las ideas estereotipadas acerca de los roles masculinos y femeninos

2.           Desnaturalizar las creencias en relación a la Sexualidad

3.           Fomentar la sexualidad sana

4.           Reconocer su propia victimización como niño y comprender como lo afectó

5.           Aprender a ser empático y cuidar del otro

6.           Aprender a regular emociones

7.           Aprender habilidades parentales y familiares

8.           Incrementar la autoestima

9.           Desarrollar habilidades psicosociales

10.        Asumir totalmente la responsabilidad de su comportamiento abusivo

11.        Estar alerta a la dinámica del comportamiento abusivo

12.        Aprender habilidades de comunicación

13.        Aprender a aceptar las críticas y el punto de vista de los demás

Tenemos dos casos muy importantes que no cumplieron los objetivos. Uno es un médico y el otro un comerciante. Cuando llegaron a los doce meses, evaluamos que no tenían casi ninguno de los objetivos cumplidos. Informamos a la justicia y los reincorporaron al dispositivo. Eso para nosotras fue importantísimo, fue un aval, una confianza de la justicia en que estamos haciendo bien las cosas.

Les llamamos hacientes, con h, no pacientes, porque habla de un protagonista de su propia transformación, es el que hace, obra, actúa, participa y se transforma. Cuando alguien hace un muy buen proceso, no es gracias a las profesionales que intervinimos, es gracias a ellos que fueron hacientes.

¿Sabemos que ustedes trabajan con varones adultos, cómo funcionó el dispositivo cuando trabajaron con adolescentes?

Por nuestro estatuto social no podemos admitir menores de 18 años en los dispositivos, pero cuando la Dr. Natalia Giombi nos planteó que tenía dos casos, uno que ya había cumplido los 18 y otro que tenía 17 y le faltaban meses para cumplir 18, hicimos una excepción porque es un juzgado muy comprometido. Con el pedido de la jueza y la autorización de la madre incorporamos al adolescente de 17 años. Los dos hicieron un muy buen proceso en ese año, con modalidad virtual, una hora y media semanal. Uno de ellos incluso está estudiando psicología y cuando se pueda, la jueza lo va a incluir al equipo, porque qué mejor que tener a alguien recuperado y que es profesional para poder acompañar al equipo dentro del juzgado.

El otro caso que tuvimos, el chico tenía 18 años, pero venía de la justicia de niñas, niños y adolescentes, supervisado por el Consejo de niñas, niños y adolescentes de CABA. Estaba detenido en el Centro de Régimen Cerrado Gral. Manuel Belgrano. Seguía allí a pesar de haber cumplido los 18 años porque estaba a la espera de la decisión judicial si lo egresaban hacia Marcos Paz que es la unidad penitenciaria federal que tiene un módulo donde admiten abusadores sexuales. El chico ya venía en el proceso nuestro, entonces nos citaron a la audiencia con todas las partes. La jueza me preguntó en qué momento estaba en el proceso de los 12 meses, él ya llevaba como 5 meses con nosotros.

Decidí mostrarle a la jueza cómo trabajamos. En los encuentros tenemos roles, hay coordinación, co-coordinación, observación y registro, tres profesionales interviniendo, trabajo social, psicología y psicología social, Cada reunión se hace una crónica escrita y se sacan las frases significativas que volcamos en el sistema integral de gestión de nuestra mutual, por eso tenemos toda la información de la persona desde que ingresa hasta que se va. Luego de ver todos los avances, la jueza decidió que se quede hasta el final del proceso en el Belgrano porque entendió que si lo mandaba a Marcos Paz perdía todo esto.

Con la jueza Natalia Giombi somos conscientes de que estos dispositivos dan resultado. El problema es que no hemos logrado implementarlos como política pública y por eso no podemos sostenerlos y generalizarlos. Generamos esta experiencia piloto, con un proyecto que tiene dos partes:

  1. Formación profesional específica en la atención de varones que han cometido delitos de abuso sexual contra niñas, niños y adolescentes.
  2. Creación del “Primer Dispositivo para la atención de varones de entre 16 y hasta 18 años, que han cometido delitos de abuso sexual a niñas, niños y adolescentes.

PROPUESTA DE “PROGRAMA PILOTO DE ABORDAJE ESPECÍFICO PARA ABUSADORES SEXUALES JÓVENES” (16 a 18 años)

Se puede hacer un dispositivo nacional, sólo se necesita la voluntad política. Y se podría también ver qué pasa en cada contexto, en cada región del país.

¿Qué le dirías a la gente que cree que no se recupera el abusador, que piden castración química o que se pudra en la cárcel?

Yo tengo la imagen de mi abuela que me decía y si no lo hacés vos quien lo va a hacer. Si nosotros estudiamos y nos especializamos para esto, y pudimos desmitificar muchas cuestiones del patriarcado, lo tenemos que hacer. Yo les diría que se informen, que lean los resultados que tenemos en nuestra web, que abran su cabeza. Contra más resistencia pongamos a pensar que esta realidad es posible de transformar, estamos más proclives a ser víctimas de violencia porque estamos adhiriendo a un modelo de independencia que nos hace mal a todas las personas: mujeres, varones, niños, niñas y adolescentes. Y también agregaría, que esas personas no traten de destruir algo que desconocen y que no saben si sirve o no, porque actúa el mito y no la persona.

En algunos casos que estuve viendo, algunas personas han cometido abuso sexual siendo adolescentes, han reiterado el delito siendo adultos, otros han sido primero víctimas y luego victimarios, pero no ha habido ninguna intervención que rompa ese círculo de violencia y abuso.

Cuando hice la investigación en las cárceles, indagué sobre las historias de vida de estas personas. Estaba el mito que decía que todos los que abusan fueron abusados, eso tan lineal que es irreal. En las historias de vida de esas 60 personas que entrevistamos, procesados y condenados, el mayor abuso en la infancia era el abuso físico. Había algunos que sí habían sido abusados. Por otro lado, sí vimos que se puede abusar en otras edades más tempranas, no se detectó como abuso o no se denunció, y luego se da a la luz cuando la personas es mayor de 21, por ejemplo.

¿Los pudieron volver a ver para saber cómo continúan su vida?

No pudimos porque no tenemos recursos y no hay una política pública para ello. Pero tenemos dos datos importantes en relación a eso y a la reincidencia. Uno, si alguno reincidiera estoy casi segura que el fiscal que intervenga va a reclamar al grupo Buenos Ayres. Nos va a decir, este hombre estuvo con ustedes, qué pasó. Por suerte, nunca sucedió esto. Segundo, hay varios que se quedan como voluntarios después de los 12 meses. Y eso también es importante. Tenemos un señor hace 3 años, no se quiere ir.

Imagino que al abordaje con un adolescente es diferente al adulto.

De 16 a 18 años hay que estar siempre en contacto con el contexto, su vida cotidiana. Con los adultos tenemos más alejado ese contexto. Con los jóvenes se trabaja mucho cuáles son las expectativas que tienen, cuales son los aspectos más permeables que encontramos para empezar a orientar. Sabemos que uno de los ejes es la autoestima, la baja autoestima y la percepción negativa de ellos mismos.