Con prácticas restaurativas los conflictos no siguen escalando, ya eso es una consecuencia positiva de esta intervención, asegura Leonardo Otarán, abogado egresado de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Nacional del Nordeste, Argentina. Se formó como Mediador y es Magister Internacional en Mediación, Negociación, Técnicas Alternativas de Resolución de Conflictos y Justicia Restaurativa, reconocido y apostillado por la Corte Internacional de la Haya. Su pasión por la profesión lo llevó a fundar la Fundación Mediar, de la cuál es su Presidente, la misma es una Entidad Formadora de Mediadores, reconocida con el Registro N° 1 otorgado por el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación por intermedio de la Dirección Nacional de Mediación y Métodos Participativos de Resolución de Conflictos.
Leo habla y su rostro se ilumina con una gran sonrisa al recordar todo su aprendizaje a lo largo de estos años. Nos cuenta casos de éxito con alegría y rememora con preocupación a esos chicos que por negarles el pase de un club a otro vieron truncada sus carreras deportivas y quizás nos perdimos de ver en las canchas las reencarnaciones de Diego y Messi en una misma persona…
En la Fundación Mediar comenzamos a trabajar con seis programas en la sociedad: Educando con Diálogo que es el trabajo que venimos haciendo con los adolescentes entre 15 y 18 años y luego fuimos sumando a toda la comunidad educativa, docentes, preceptores, directivos; Líderes y Mediación Comunitaria que brinda herramientas de gestión de conflictos a líderes de las comunidades, personas legitimadas por su propia comunidad; Trabajo en clubes, con entrenadores y dirigentes; Trabajo en distintas organizaciones del ámbito de la salud; Policía. Educando con diálogo y mediación deportiva son los ámbitos en los que más trabajo. Mediación Deportiva en los últimos años fue el que más impulso tomó.
Nosotros les trasmitimos herramientas, pero la creatividad para resolver conflictos que tienen los jóvenes no las tenemos los más grandes.
Cuando intervenimos en los conflictos, si bien las relaciones no vuelven a ser las mismas, sí se mejora sustancialmente la comunicación y se promueve la empatía. Generalmente en estos espacios restaurativos las partes terminan enterándose por lo que está pasando la otra persona. Entonces, si logramos crear ese espacio del diálogo sin la contaminación inicial que llevó a las partes a que ese conflicto escale, termina mejorando esa relación interpersonal. Muchas veces los chicos se mueven en esa dicotomía, es mi amigo o no es mi amigo, pero luego de mucho trabajo se encuentran afirmando que no va a ser mi amigo o mi amiga, pero por lo menos nos podemos saludar, compartir espacios y momentos.
¿Cómo se trabaja en el ámbito educativo con prácticas restaurativas?
En el colegio, ante una inconducta, se impone una sanción como estamos acostumbrados todos. Pero hay otros conflictos que escalan en los colegios y protagonizan los jóvenes, y sin embargo no se originan allí. Hay que hacer una distinción entre el pre, durante y pos pandemia. Antes los conflictos escalaban en los colegios porque era el lugar a donde más horas pasaban los adolescentes. Los conflictos que podrían tener en el club, o los findes de semana, en una plaza, se mostraban durante la semana en el colegio o al menos el 80% de los conflictos. Salían los titulares o los noticieros que hablaban de violencia escolar o violencia en los colegios y en realidad son conflictos comunitarios. Entonces lo que hicimos fue brindarles herramientas de negociación y de mediación para que ellos mismos puedan gestionar sus propios conflictos y buscar mejorar esas relaciones interpersonales. Lo hicieron de la forma más variada, no sólo con mediación sino también haciendo de facilitadores, o acercando a las partes muchas veces sin sentarse en una mesa. Las experiencias son diversas y nosotros terminamos aprendiendo muchas cosas de ellos.
¿Qué pasa cuando el conflicto no es entre pares, sino con la autoridad?
Es lo más difícil de gestionar. En muchos colegios lo primero que escuchábamos es “yo soy la autoridad, no me tengo por qué sentar a negociar con los chicos porque ellos tienen que hacer lo que yo les digo”. Con esfuerzo y no en todos los casos, hemos llegado a construir espacios de diálogo y de consensos. Pensemos que rige este sistema jerárquico donde yo impongo las normas y el otro las tiene que obedecer y si no obedece, sanciono, y que a su vez escuchamos en esta lógica: “No sabemos qué hacer con los chicos”. Ahí vamos a la negociación pura. Vos tenés que persuadir a los jóvenes de lo que estás haciendo y por qué lo estás haciendo. Muchas veces los docentes, por diversos factores como tiempo, paciencia, tolerancia, no tienen ese plus que se le pide y caemos devuelta en esta disputa entre los jóvenes y los docentes o directivos. Pero hemos logrado mucho trabajando comunicación y empatía. Los chicos han logrado entender a docentes, directivos, comprenden que también tienen sus problemas, que son personas como ellos, que no solamente van a enseñar, que también tienen cierta carga emocional que muchas veces no las pueden regular y terminan discutiendo con los jóvenes.
¿Cómo se cambian estas restructuras jerárquicas? ¿Hay que cambiarlas?
La respuesta es sí, hay que cambiarlas sin dudas. Si queremos una sociedad mejor tenemos que trabajar con los chicos y las chicas desde temprana de edad. En los adolescentes el mayor reclamo que tenemos es sobre su grado de participación. Nos dicen “podemos votar, podemos elegir un presidente, una presidenta, o legisladores nacionales, pero no intervenimos en nuestras casas, en nuestros colegios o en nuestros códigos de convivencia”. Eso se traduce en podemos hacer más pero no podemos hacer menos. Creo que hay que cambiar. No todo es negociable, pero hay muchas cosas que sí. Nosotros lo hemos hecho, hemos construido espacios participativos de diálogo donde chicas y chicos llevan adelante distintos proyectos.
¿Entre clubes y escuelas, hay distintas estrategias para trabajar con prácticas restaurativas?
En un club los entrenadores corren con un plus que no tiene otro docente: que son las ganas de este chico o esta chica de jugar, lo hace para divertirse, le hace bien, le gusta la competencia y le gusta demostrar sus habilidades. Si vos no entrenás, no das al máximo, no sos disciplinado, no sos perseverante, no venís a los entrenamientos, y no vas a jugar el día del partido. No obstante, los conflictos entre compañeros o con entrenadores se producen ya sea en inferiores, en el deporte amateur o en profesional. Para nosotros el entrenador es una figura clave que tiene que contar con herramientas de gestión de conflictos y por qué no, ser mediador y el club debe contar con un departamento de mediación para poder restablecer las relaciones. En el club se ven todos los días, no podemos romper relaciones. Si estamos hablando de divisiones formativas, se pueden ver por años. Si estamos hablando del mundo profesional, tienen un trabajo que cumplir, por el cual hay una remuneración y la gestión de ese conflicto y mejorar las relaciones interpersonales es una prioridad porque si no terminan con estos objetivos no cumplidos, no salir campeón, no mantener la categoría, y así vemos como cambiamos los jugadores, cambiamos el técnico y si es época de elecciones cambiamos la comisión directiva. Y en el ámbito deportivo es donde menos se gestionan estos conflictos.
Los conflictos deportivos son de los conflictos más complejos que hay por la gran cantidad de partes que intervienen. Por ejemplo, en el caso de conflictos de jugadores menores de edad que solicitan el pase y el club no se los quiere dar están como parte: El entrenador, el presidente del club, por lo general con un abogado, los padres del menor de edad con el abogado, el club que lo viene a buscar con su abogado y el representante del jugador con su abogado. Entonces estamos hablando de 7, 8, 9 personas interviniendo en un conflicto. Eso ya es complejo para saber cuáles son las posiciones y los intereses.
¿Qué casos deportivos podemos mencionar donde hubo gestión del conflicto pero el resultado no fue el esperado?
En dos casos en particular que terminaron en la justicia. Fue un fracaso y esos dos chicos dejaron de jugar al fútbol. ¿Qué pasó? Querían ir a un nuevo club, entendían que era un progreso para su carrera y al no darles el pase ni siquiera jugaban en su club. Más allá del talento, las habilidades, las capacidades, que no sabemos qué podía pasar en el futuro, lo que quiere la persona en el deporte es jugar. Tuvo tal rechazo la falta de acuerdo y la negativa, que los chicos dejaron de jugar. Entonces ahí es donde todos deben ver el interés de los chicos y no sólo sus intereses individuales. Si bien los chicos están, participan, tienen que ser escuchados. Muchas veces ni siquiera los padres, que son los representantes, están velando por los intereses de esos chicos. Uno dice, pasamos por el proceso, y es muy bueno, aunque no llegamos a un acuerdo, pero en estos casos no llegar a un acuerdo es perjudicial. Si va a la justicia y se termina resolviendo 4 años después, no tiene ningún sentido, el chico ya dejó de jugar, a mi como mediador me afecta.
Yo veo que en las mediaciones deportivas claramente las partes y los mediadores están poco formados. No han tocado casos de abogados que afirman: “Si gana cientos de miles de pesos al mes, por qué se quiere cambiar” Y es lógico, porque no juega. Entonces, si la persona que lo está representando no entiende lo básico, no comprende que para su representado lo más importante son los minutos en cancha, entonces es muy difícil esa representación y llegar a una buena resolución. Luis Suárez cuenta como se iba llorando a la casa porque lo maltrataban en el Barcelona. Y todo el mundo decía, pero si este jugador tiene millones de euros, la pasa bien, tiene una casa fabulosa, pero no entienden lo que le produce a esa persona el no jugar o el maltrato.
¿Qué le dirías a la sociedad cuando pide más mano dura o más sanciones?
Les diría que necesitamos más diálogo positivo y asertivo para prevenir conflictos. Pensemos algo simple. Empezamos un encuentro y una conversación diciéndole a alguien “no querés un café”, empezamos con esa negatividad de inicio. Siempre comunicamos o casi siempre comunicamos lo negativo. Pensalo en términos comerciales: Vas a perder el 30% de las ganancias, en vez de decir, este año vas a tener el 70% de rentabilidad. No es lo mismo. Todos estamos mal acostumbrados, pero los que estamos en este ámbito tratamos de mirarlo de otra manera. Tiene que haber sanciones, pero hay que abrir el diálogo.
¿Qué habría que hacer para extender las prácticas restaurativas en el país?
La mediación está presente en la Argentina, pero no en el estadio que quisiéramos. Me parece que tiene que profesionalizarse más y tener una mejor escala de honorarios, porque tiene que ser sustentable para la persona que lo desarrolla, es imperioso un estudio constante por parte de mediadores y hay que tener especificidad en la materia. Tenemos conflictos ambientales, mineros, y hay muy pocos colegas, yo no estoy preparado, me parece que para que termine de insertarse necesitamos mediadores específicos.
Además, la formación en prácticas restaurativas no es sólo para abogados, para el poder judicial, tiene que haber mecanismos ágiles en todos los ámbitos para resolver los conflictos.
En las carreras de derecho están incorporando justicia restaurativa como materia, pero en realidad la formación está hecha para la confrontación, para que uno gane y el otro pierda, y cuando el cliente viene es para que le resolvamos un problema. Pensemos eso los abogados, hay que cambiar la mirada. La persona busca al abogado para defender su posición, pero el abogado tiene que saber asesorar, el acuerdo les sirve a todas las partes y no litigar años.
Por otro lado, hay que entender a jueces y juezas en la Argentina, cómo trabajan, contra el tiempo, contra reloj, la cantidad de casos hace que no tengan el tiempo suficiente, pero nunca en una sentencia judicial las dos partes van a quedar conformes, incluso la que gana. Creo que nunca es tarde para que las partes puedan conciliar y en eso los jueces y juezas no lo pueden hacer solos, tienen que hacerlo con auxiliares de la justicia. Si el proceso es bueno, las partes salen mejor. Sería importante insistir con mecanismos restaurativos para mejorar y recomponer las relaciones de las personas.