“Hay que dejar de hacer lo que hacemos siempre, ponernos en juego, cambiar los mapas mentales, y entender que no tenemos el monopolio de la respuesta, porque la respuesta del siglo XXI no puede ser monolítica”, reflexiona Silvana Paz.
“Lo primero, sacarse los sesgos, los mitos, los prejuicios, los estereotipos, abrir la cabeza, darse la oportunidad de conocer a las personas desde lo humano, es como cambiar el eje. Luego capacitación y entrenamiento en prácticas restaurativas”, aconseja Silvina Paz.
Silvina y Silvana Paz, las hermanas Paz, sonríen cuando planteo que la Justicia Restaurativa es incipiente en la Argentina.
Ambas son abogadas, especialistas en Derecho Penal, facilitadoras y entrenadoras en programas de justicia restaurativa en Latinoamérica, co-fundadoras y co-directoras docentes de la Fundación Acción Restaurativa Argentina -FARA-, co-Directoras Docentes de la Cátedra Libre de Justicia Restaurativa y Derechos Humanos de la Presidencia de la UNLP y Co-Directoras de la Unidad de Atención en Conflictos Juveniles de la Facultad de Derecho UNLP.
Silvana- Las prácticas restaurativas no son incipientes, existen desde el siglo pasado, lo que hay es una resistencia porque en realidad era muy difícil poder pensar nuestra profesión desde un lugar que no sea usando la lógica binaria de dado un hecho, una sanción. Cuando nosotros pudimos evolucionar como profesionales logramos establecer respecto del conflicto una mirada humana. Cuando uno posee esa mirada, es muy solidaria con los problemas que le pasan a una persona en una comunidad, en su barrio, en su casa, en su escuela, en la calle, o, como nos ha tocado en época de pandemia con la violación de las restricciones, la respuesta sancionatoria nunca es la respuesta adecuada. Si en todos los casos de violación de las restricciones en la pandemia se hubiera usado un enfoque restaurador, hubiéramos podido comprender, estemos de acuerdo o no, podríamos transitar otras dimensiones de las personas y de las tomas de decisiones. Estas prácticas sirven para lograr una cohesión, un sentido de pertenencia, y no para fragmentar, separar, dejar a unos como sancionados, signados, y los otros como que estamos del lado de lo que se debe y somos pocos y somos víctimas. Hay como una distorsión del sentido de justicia porque no se entiende el sentido del proceso.
Silvina– Empezamos a trabajar con prácticas restaurativas desde el año 1999. Veíamos que las prácticas dialógicas dentro de la administración de justicia no daban las respuestas adecuadas que las personas necesitaban, a partir de ahí pusimos en crisis el servicio de administración de justicia tradicional. Las respuestas se quedaban cortas, no tenían un rasgo humanista transformador. Empezamos a trabajar desde la Facultad, desde la secretaría de extensión, en una práctica de investigación-acción que se llama Unidad de atención en Conflictos Juveniles, que en este momento sigue funcionando, somos ambas directoras docentes en este espacio. A partir de ahí empezamos a hacer un entrenamiento con convocatoria a voluntarios para generar respuestas concretas a conflictos penales juveniles, son aquellos derivados por el propio sistema judicial, y aquellos conflictos que son derivados por organizaciones no gubernamentales o por organismos de la comunidad por ejemplo escuelas, organizaciones barriales, que nos derivan un chico o una familia conflictiva o vienen los padres con el chico con un pedido de audiencia para el día de mañana por un hecho que se acaban de enterar, por ejemplo que su hijo estaba robando. Entonces empezamos a trabajar y profundizar esta respuesta que lleva mucho trabajo personal, lleva más tiempo de abordaje porque a diferencia del proceso penal nosotros trabajamos el presente para el futuro, analizando lo que pasó en el pasado, pero no construyendo una verdad histórica, sino construyendo una verdad real a partir de la generación de la empatía con los jóvenes, con su familia y con su contexto, con las personas importantes para él, a partir de ahí empezamos a plantear diferentes lineamientos de trabajo que tiene que ver con generar un proyecto de vida que respete los lineamientos restaurativos.
Silvana – La Justicia Restaurativa ha sido resistida porque también para esto hay que poder tener una capacitación adecuada, hay que poder pensar el conflicto, no en clave de masividad, o sea no en clave de todos los hurtos, todos los robos, todos los accidentes de tránsito, sino poder discriminar un caso específico de otro. Hoy las prácticas restaurativas se muestran necesarias porque como comunidad ya no soportamos más violencia. Nos damos cuenta de que violencia sobre violencia nos está llevando a que los sistemas instituidos, como en este caso el judicial, esté colapsado, y a veces las políticas públicas generan una tendencia errada “si tiene un problema denuncie”, si tener en cuenta que el conflicto no es un problema que nace para venir a tribunales, no nace con vocación jurídica, con vocación judicial, con vocación policial, hay que buscar soluciones. Si yo no averiguo que está sucediendo, no conozco y no profundizo en las problemáticas, voy a tener masividad de conflictos, legitimados por los cargos, por los sellos, pero no me va a dar lo que busco, y ese es el problema. La población siente que el sistema judicial no le da respuesta efectiva. Entonces, ante esta situación, la contracara es la violencia.
Silvina- Nosotros no nos manejamos desde el poder, no nos manejamos desde el rol de juez, de defensor, de fiscal, ni de ningún organismo del estado, somos comunidad, somos iguales, somos una organización de la sociedad, entonces el compromiso cuando un joven o su familia se adhiere al programa, es más fuerte y más sostenible. Acá el poder es el poder de reformar, el poder de cambiar, el poder de reestructurar, de responsabilizarse subjetivamente, pero no es el pode del uso de la fuerza. Esto es muy importante. Empezamos a generar un ida y vuelta con la administración de justicia y en particular con el Ministerio Público Fiscal y de la Defensa del Departamento Judicial de La Plata. La Justicia Restaurativa es una respuesta evolucionada al delito, trabaja sobre las consecuencias, y busca anclar en el futuro, tiene un eje muy importante en la víctima y en el ofensor, entonces tenemos un posicionamiento totalmente diferente. Nosotros nos encontramos con efectores, judiciales y sociales, en situación penal juvenil, ya sea en libertad o en encierro, que se conectaban con nosotras para proponernos el inicio de un proceso restaurativo. Evaluábamos el caso, si correspondía, si estaban dadas las condiciones para hacerlo y qué herramientas de los programas restaurativos es la más adecuada. Hay como una tendencia a hablar siempre de la mediación como si fuera la única respuesta, pero ya hace muchos años en toda Latinoamérica, quedó bien expresado que la herramienta restaurativa más óptima y eficaz para lo penal juvenil y para adultos, son los círculos. Nosotros estamos trabajando poniendo también en valor el trabajo que los jóvenes hacen. Nosotros como adultos no sé si nos atreveríamos a hacernos cargo, a cambiar, pedir disculpas, reparar, los chicos pueden hacer eso y además de todo eso cambian para siempre.
Las hermanas Paz han intervenido exitosamente en múltiples casos, mencionaremos dos emblemáticos.
Caso 1- Los medios titulan: “Patota ataca en La Plata”, “Dejan inconsciente a una joven a patadas en ataque de patota en La Plata”, “La Plata: una joven quedó inconsciente tras una brutal golpiza”. El hecho ocurrió en pleno centro de la ciudad, en la madrugada de un domingo en diagonal 80 y 4, fue captado por las cámaras de la Municipalidad y muestran como una chica termina inconsciente luego de recibir un golpe de otra mujer, quien al ver a la víctima en el piso no se detiene y le sigue dando patadas en la cabeza.
Silvana – Tenía todos los condimentos para decir “esta chica es imposible”. Sin embargo, la buena gestión de la Defensoría Pública, quien planteó que esto no es como aparece en los medios, y armó un equipo y empecemos a trabajar. Trabajamos mucho, incluso en pandemia por teleconferencia, hasta que ella pudo analizar su conducta, trabajar sus problemas, reparar a la víctima. Le escribió una carta a la víctima, la trabajamos por cuatro meses. Estaba cansada de hacer la carta, no encontraba las palabras para expresar lo que quería decir, pero porque no las tenía, hasta que lo logró y leía la carta re chocha. Le pedí a la fiscal que me ayude a hablar con la víctima. La víctima acepta. Nos comunicamos con ella, le leemos la carta, le agradecemos que nos haya oído. A los dos días, la víctima hace otra carta, le contesta, y le dice yo soy la víctima porque vos eras más fuerte, pero yo también te pegué, las dos actuamos como varones violentos que se estaban pegando, nosotras no somos así. Y entre ellas dos se empezaron a dar ánimo y a contarse cosas y desearse lo mejor en la vida, aunque ahora no se podían ver. Se contaban cosas de sus actuales vidas, una había tenido un hijo, que bueno que se conocieron, aunque fue en esta situación, si se hubiesen conocido en otro momento por ahí hubiesen sido amigas. Es muy humano, es muy movilizador. Después la fiscal pide pena, pide 5 años. El juez llama a la víctima de nuevo. La víctima le dijo “yo ya cerré, ya trabajé con justicia restaurativa”. En la audiencia nos convocan, nosotras no somos parte del proceso porque somos una ONG. La defensora habla de la alta exposición pública en todos los medios de comunicación, fue lo más visto en la semana en internet, con la cara de frente de la chica. El juez finamente, luego de escuchar a todas, hace una hermosa sentencia restaurativa, muy importante, esto es un éxito, la absolvió y la fiscal no apeló.
Caso 2- María Marta, profesora de física, sufrió un delito de coacción agravada con amenaza de muerte en su casa, el agresor se basó en el caso Puccio, lo que nos da una idea del nivel de agresión que había.
Silvana- Tuvimos que trabajar mucho. El ofensor tenía tan presente a la víctima, trabajamos tanto, que cuando llegó a la reunión la abrazó y le dio un beso. Ella se sobresaltó. Le dimos el expediente a la víctima, ella iba leyendo y le preguntaba, acá por qué hiciste esto. Las respuestas eran tan pueriles, “porque estabas ahí”, eran respuestas de un adolescente, y a ella se le fueron cayendo los fantasmas, en un momento dado cerró el expediente y nos dijo: “Para mi ya está”. María Marta dejó de ser víctima y él dejó de ser ofensor. Él le prometió que iba a estudiar piscología, que no iba a hacer nada malo. Y ahora son amigos de Instagram. Marta hoy es la Directora de redes de la Fundación, se ocupa de conseguirles trabajo a jóvenes que cometieron delitos.
¿Cómo es el trabajo con jóvenes?
Silvana – Nosotros empezamos a trabajar desde la Unidad de Conflictos Juveniles primero porque nos parecía que la población adolescente, de 16 a 25 años, durante mucho tiempo no tuvo políticas públicas focalizadas, porque los derechos humanos primero eran para los varones, en los 80’, 90’, a nivel global, para las mujeres, y de ahí en adelante empieza a pensarse en juventud. Y decimos a nivel global, porque a la Argentina nos llegaba tarde. La convención de los Derechos del Niño es del 89’, Argentina la ratifica en el 90’, ingresa a la Constitución en el 94’, y la modificación legislativa en el derecho penal juvenil en la provincia de Buenos Aires es en el 2007 y se hace efectiva recién en el 2008. Pasaron muchísimos años, pasaron muchísimos chicos pobres, pasó muchísima problemática que no pudo ser abordada, y, al modificarse la legislación, los tribunales que venían trabajando lo social y estaban colapsados, dijeron nos ocupamos de lo penal y lo social se lo dejamos a la municipalidad, excepto que haya un derecho vulnerado que va al asesor de incapaces. ¿Y qué tenés ahora? Un montón de causas penales que vienen de lo social, escaló el conflicto, el chico pasó de ser pobre vulnerado a un delincuente. Porque un chico en situación de calle es una tragedia y si le ponés droga, un arma, frío y hambre, vas a tener un delincuente, no hay muchas opciones.
Silvina- Con el servicio penitenciario estamos desarrollar nuestro programa que se llama “Más seguro de mi”, con círculos restaurativos en contexto de encierro, en la unidad carcelaria con jóvenes que están transitando la última parte de su sentencia.
Silvana- Todavía el sistema penitenciario, a pesar de que existe la ley de ejecución que habla de que el fin superior es la reinserción social, la formación de muchos funcionarios es en clave de seguridad, pero el objetivo legal es social, es decir, estamos llevando la política para un lado totalmente opuesto al que tenemos que ir. Por eso me parece interesante que el servicio penitenciario haya instalado dentro de nuestra Cátedra de Derechos Humanos un taller de justicia restaurativa para la formación de funcionarios penitenciarios. Humanizar y permear esos espacios es fundamental. Cambia la lógica del palo y a la bolsa, las leoneras, los buzones, las celdas de aislamiento, para buscar otras estrategias.
Silvina- Con el Instituto Universitario de la Policía Federal, tenemos un taller de justicia restaurativa, en una mesa de justicia restaurativa, donde estamos trabajando temas de género, para poder hacer un encuadre restaurativo porque justamente estas son las víctimas que no siguen los casos porque no tienen ese apoyo. Muchas veces no necesitan sólo una respuesta judicial, necesitan una respuesta humana que le permita sobrellevar este proceso y dejar de ser víctima, y el ofensor también, hacer el proceso y deja de ser ofensor.
Silvina – La Justicia restaurativa debe ser una respuesta sistémica por eso no es casual que nosotros trabajamos en la comunidad, hacemos nexo y una red fuerte con las escuelas, con los servicios de justicia por los jóvenes infractores a la ley penal, con ONG con los chicos que todavía no han sido tomados por los sistemas pero sí cometen hechos graves, y a su vez capacitamos a la Policía Federal Argentina, a la policía comunitaria de la ciudad de Ensenada, al servicio penitenciario, a escuelas, trabajamos con la municipalidad de La Plata, estamos en los posgrados en la UBA y en la Universidad de La Plata, en la diplomatura con la jueza Marta Pascual, entre otros. ¿Por qué? Porque nosotros creemos que la gran modificación es educativa. Estamos trabajando en justicia educativa a partir de la justicia restaurativa. Estamos generando una gran ola restaurativa, porque cuando una persona, joven o adulta, tiene una intervención, si la justicia aporta una mirada restaurativa, el servicio penitenciario lo aborda desde un enclave restaurativo, y así en cada uno de los efectores que son de control social, logramos más que sujetos culpables, sujetos responsables, la responsabilidad te mueve al cambio.
Silvina- ¿Por qué trabajar por fuera de los sistemas judiciales? Porque pasa algo rarísimo. Empieza un paradigma buenísimo y al poco tiempo se convierte en la misma audiencia, los mismos tiempos, la misma forma de hablar, los mismos espacios, es como si la administración de justicia fuese un organismo y su camino mental siempre da la misma respuesta estandarizada, va cooptando y lo transforma en burocracia. Por eso creemos que los efectores judiciales pueden tener un rol con una mirada restaurativa, pero las prácticas restaurativas deben ser de organismos externos que no estén teñidos por el sistema judicial y el penal tradicional.
Silvana- Nuestros fiscales vienen del código francés que es el fiscal del rey, a diferencia del fiscal de estados unidos que es el fiscal del pueblo. Entonces el fiscal del rey se transformó acá en fiscal del estado, entonces defiende el interés del estado, si fuera el fiscal del pueblo no tendría dudas en mirar los intereses de las víctimas y no las acallaría. Acá el fiscal se toma la arrogancia del estado y la de la víctima y las gestiona como propias cuando él no tiene los intereses victimizados, ese es un gran problema ya de diseño del sistema. Pero aparte hay un problema más que tiene que ver con la seguridad. La seguridad es un derecho humano que tenemos las personas que vivimos en una sociedad, seamos víctimas, ofensores o comunidad en general, cuando sucede un hecho delictivo en cualquier esquina de cualquier ciudad, esa esquina ya no es igual. Entonces tenemos que tratar de leer el contexto, cosa que la Corte Interamericana ya lo hizo en Campo Algodonero cuando sancionó al Estado diciendo, acá no hay un autor, pero acá hay un Estado que no hizo ninguna medida de protección hace 5 años cuando fue denunciado y hoy tampoco, entonces ese Estado es culpable. Nosotras a veces nos encontramos con jóvenes que vienen delinquiendo desde los 12 o 13 años, y uno dice, a dónde estaba este chico, a dónde estaba la escuela, el hospital, la sala, y no es que no había estado, sino que el estado no asumió el rol para cambiarle la vida a este chico. Es una grave irresponsabilidad decir no tengo recursos, el problema es que no hubo más gestión para este chico.