Argentina en Llamas

"Sólo después que el último árbol sea cortado, sólo después que el último río haya sido envenenado, sólo después que el último pez haya sido atrapado, sólo entonces nos daremos cuenta que no nos podemos comer el dinero" Sabiduría Indoamericana

«Sólo después que el último árbol sea cortado, sólo después que el último río haya sido envenenado, sólo después que el último pez haya sido atrapado, sólo entonces nos daremos cuenta que no nos podemos comer el dinero» – Sabiduría Indoamericana

Los tiempos de la naturaleza no son los tiempos de los seres humanos, y eso quedó en evidencia en la saga de desaciertos e infortunios que se vivieron durante meses a propósito de los incendios en el Delta del Paraná. Funcionarios en reuniones eternas, declaraciones y manifestaciones de consternación en medios de comunicación y redes sociales, exigencia de una Ley de Humedales o buscar “soluciones de fondo” que parecen más una utopía que una realidad concreta, denuncias judiciales, más denuncias judiciales, nuevas denuncias judiciales, mientras brigadistas locales junto al Servicio Nacional de Manejo del Fuego, bomberos provinciales y de la Policía Federal Argentina, policías regionales, integrantes de la Fuerzas Armadas y de Prefectura Naval no dan abasto para detener el avance de las llamas.

Funcionarios nacionales, del municipio de Rosario y de las provincias de Santa Fe y Entre Ríos firmaron un acuerdo para prohibir las quemas durante 180 días en el mes de junio. Ese mismo día de la rúbrica, se iniciaron en forma intencional nuevos focos ígneos. La población santafesina se movilizó cortando el Puente Rosario-Victoria en más de una oportunidad. En esas jornadas se prendieron otros focos de incendio. ¿Casualidad?. El juez federal de Paraná, Daniel Edgardo Alonso, firmó una cautelar que no permite los focos para renovar pasturas en el humedal. Los incendios continúan. La propia Justicia Federal asentada en Paraná considera que son intencionales, con 13 imputados pero ningún procesado ni citado a declarar.

Incendios en el Delta del Paraná / Fotos Silvio Moriconi

Para culminar, mientras proliferan las fotos de las tierras desbastadas, los animales muertos o intentando huir de las llamas que todo lo devoran, las Comisiones de Medio Ambiente de Diputados y Senadores comenzaron a discutir una posible Ley de Humedales. “No te ilusiones -le manifestó un diputado a esta cronista- aunque salga la Ley, que puede llevar mucho tiempo, también llevará años que cada provincia delimite qué considera humedales y se los proteja seriamente”.

Finalmente, la Corte Suprema de Justicia de la Nación ordenó crear un Comité de Emergencia Ambiental para detener los incendios en el Delta en el marco del Plan Integral Estratégico de Conservación y Aprovechamiento Sostenible en el Delta del Paraná (Piecas), integrado por los gobiernos Nacional, de Buenos Aires, de Entre Ríos y de Santa Fe, para que adopte las medidas eficaces para la prevención, control y cesación de los incendios irregulares. Sobra agregar, que luego de la intervención de la Corte, continuaron los incendios en el Delta, cesaron sólo la primera semana de septiembre porque llegaron las lluvias y el 10 de septiembre, con el sol y temperaturas primaverales, regresaron.

Ley de Humedales
Los Humedales de la Argentina representan la tercera reserva mundial más grande de agua dulce. La gran mayoría de los últimos incendios (al menos 15.000 focos en lo que va del 2020) se da en zonas de humedales. Es más que evidente la falta de protección y cuidado. La mayoría de los especialistas vinculados a las temáticas medio ambientales creen vital una ley que proteja estos ecosistemas. Algunos arriesgan en la necesidad de crear Parques Nacionales en esas zonas. Mientras tanto se crearon Faros de Conservación en algunas zonas, pero siguen siendo ineficaces en la prevención del fuego.

Los Humedales antes de los incendios / Fotos Silvio Moriconi

Santa Fe. El ecologista santafesino César Massi calculó que hasta el 15 de julio la superficie quemada era de 50 mil hectáreas, tres veces Rosario. Ya a fines a mediados de agosto se hablaba de 100 mil hectáreas en sólo 150 kilómetros. “Esto es un ecocidio. Quedan cenizas. Eliminamos la mayor parte de los reptiles que estaban. Ratones, nutrias, carpinchos, que se refugian en el humedal durante el invierno, están muertos. Esta columna vertebral verde no puede tolerar siete meses de incendios de esta magnitud. El Estado tiene que destinar recursos a la protección del ambiente. Los ministerios provinciales tienen que ser fuertes y con recursos”.

Nadia Burgos, coordinadora de la Red Ecosocialista en Entre Ríos coincide en hablar de Ecocidio: “La pérdida de flora, fauna y biodiversidad es de tal magnitud que no tiene comparación con otros momentos. Además, las quemas traen consecuencias directas sobre las poblaciones ribereñas. En Paraná, hace semanas que convivimos con el humo, lo cual hace que, en una situación de crisis sanitaria por la pandemia, además veamos afectada nuestra salud respiratoria. Además, al afectar los humedales, que son filtros depuradores de agua dulce, se generan inundaciones y sequías. También tiene consecuencias económicas y sociales porque en los humedales viven isleños, isleñas que producen para su propia supervivencia y los incendios están afectando esas vidas. En muchos casos los incendios llegan hasta las casas y generan pérdidas materiales y culturales”.

Por su parte, Damián Verzeñassi, director del Instituto de Salud Socio Ambiental de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario, y uno de los fundadores de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad y la Naturaleza en América Latina (UCCSNAL), manifestó que se vio afectado en lo personal porque tuvo que “triplicar el uso de broncodilatadores por mi cuadro respiratorio. Y mi hija tiene un año. Casi la mitad de su vida ha tenido que respirar este aire cargado de sustancias tóxicas muy por arriba del máximo permitido por la ONU. La exposición antes de los 5 años disminuye calidad y expectativa de vida, además de volver a niñas como Gala a ser propensas a padecer enfermedades cardiorespiratorias”.
Más allá de lo personal, Verzeñassi dice: “Estamos viviendo un ecocidio, una destrucción suicida de los espacios que garantizan la calidad del agua, la tierra y el aire. Y vemos que las autoridades nacionales y provinciales no toman en serio este proceso”.

Aún se están calculando cuántas especies se extinguieron / Fotos Silvio Moriconi

Especies Amenazadas
Córdoba: en las zonas quemadas disminuyen las poblaciones de mamíferos pequeños, anfibios y reptiles, debido a sus áreas de vida reducidas, escasa capacidad de huida y dificultad para encontrar nichos después de las quemas o incendios. Esto produce además un efecto en las cadenas tróficas ya que la disminución de la densidad de pequeños mamíferos, como los roedores, puede influir negativamente en la disponibilidad de alimento para sus depredadores naturales. Las especies de rápido movimiento, como los mamíferos medianos y grandes, pueden tener problemas en la competencia por recursos fuera de sus hábitats originales. Las aves también sufren impacto porque se destruyen los sitios en los que anidan o porque tienen sus perchas en los pastizales altos o juncales.

Delta del Paraná: el ciervo de los pantanos, en peligro de extinción. Comunidades vegetales arbóreas: bosque fluvial mixto (sauce criollo, aliso de río, canelón y laurel entre otros). Selva en galería o “selva ribereña”, actualmente es relictual y está compuesta por leñosas como la palmera pindó, el ingá, el anacahuita y el sauco.

La zona del Delta no es la única afectada. Al 8 de septiembre pasado el Servicio Nacional de Manejo del Fuego (SNMF) del Gobierno nacional informó que se registran incendios en cuatro provincias. Santa Fe, Entre Ríos, Tucumán y San Luis. Asimismo, agosto culminó con diez provincias afectadas por los incendios forestales que hasta el momento arrasaron con más de 120 mil hectáreas en Córdoba, Entre Ríos, Corrientes, Buenos Aires, La Pampa, San Luis, Santiago del Estero, Misiones, Catamarca y La Rioja.

El problema no es nuevo, es harto conocido, los negocios del agro e inmobiliarios presentes en los humedales vienen ejerciendo su poder desde hace años, el boom sojero de los 90 y el desplazamiento del ganado hacia otros lares junto al arrendamiento de tierras y a la quema intencional de pastizales como práctica ancestral y perimida se perpetúa arrasando la flora, la fauna, la biodiversidad, sometiendo a millones de personas a una invasión de humo y cenizas que atenta contra la salud pública y agrava la necesaria prevención ante la pandemia que asola al mundo. La sequía y la bajante histórica del río Paraná también colaboran para consolidar este “ecocidio”.