La presidenta del Tribunal superior de Justicia de Santa Cruz, Paula Ludueña, analizó la transformación que atraviesa el Poder Judicial provincial de cara al 8M. En el sur de la Patria, la tranversalización de la perspectiva de género avanza y demanda mayor escucha de quienes acuden a los tribunales.
Paula Ludueña preside el Tribunal Superior de Justicia de Santa Cruz, uno de los pocos que a nivel país ostentan la mayoría de mujeres en su conformación. De sus cinco miembros, tres son mujeres. Once años atrás, la presidencia estaba a cargo de otra mujer, Clara Salazar, que luchó por la llegada de más mujeres al sistema y permitió que Santa Cruz fuese la segunda provincia en contar con una OVD.
“Santa Cruz tiene muchas mujeres en lugares altos con representación femenina, debe ser por nuestra conformación, a mí eso me encanta de la Patagonia, no tenemos esas culturas machistas que se ven en otros lugares del país”, afirmó la titular del TSJ, del cual depende la Oficina de Género, el único organismo que actualmente elabora estadísticas en el distrito.
“El techo de cristal existe en todos los ámbitos, por eso hablamos de transversalizar la perspectiva de género, porque si no se reconoce la equidad es muy difícil que en un concurso se pueda atender a una mayor incorporación de juezas”, explicó.
Para Ludueña, la perspectiva de género en la justicia ordinaria provincial “no es simplemente un exhorto, no puede quedar librado al interés o no de quienes juzgan en la temática, sino que es una responsabilidad del Estado, y en este sentido hemos avanzado fuertemente en formación a través de la Escuela de Capacitación”, indicó, marcando que “existe una resistencia muy marcada por parte de algunos sectores. Estamos en un momento de transición, y como siempre digo, esto es un proceso cultural, que viene de abajo hacia arriba, y por lo tanto, eso trae aparejado que la sociedad este mirando con mayor atención lo que hacemos”.
En este punto, marcó que muchas veces “las juezas mujeres son las que parecieran estar en la trinchera, porque la mirada de una parte de la sociedad que entiende que las cuestiones de género son una moda, o una ideología, es mucho más crítica cuando la que toma una decisión con perspectiva es mujer. Digo esto porque a veces pareciera que los poderes del Estado están en permanente deuda con estos temas, pero hay un factor educativo y de sensibilización que se debe fortalecer mucho todavía”.
El año pasado, el TSJ firmó con la Secretaria de Estado de DHH, un convenio para crear dispositivos de deconstrucción de masculinidades violentas. Una herramienta innovadora y que en su prueba piloto dio buenos resultados con aquellos hombres derivados por los jueces que dirimen causas vinculadas al ejercicio de la violencia machista.
Otro dispositivo con el cual la Justicia de Santa Cruz busca abrirse a nuevas formas de resolver conflictos es a través de la mediación, un espacio que gana territorialidad y que pone a las personas en el ejercicio de una escucha y diálogo que eviten la judicialización.
Además, la presidenta del TSJ santacruceño destacó que la provincia posee uno de los índices más bajos de femicidio del país, pero que sin embargo el distrito “no escapa a una realidad, que es el volumen de causas que se generan a diario por la violencia doméstica, en donde en más del 80% de las veces las víctimas son mujeres y los agresores varones, por lo general exparejas”.
Es decir que “no estoy conforme con los resultados. Creo que es una mirada que compartimos entre mis colegas. Hay una transformación, es cierto, hay una incorporación del reconocimiento de la equidad como principio para construir una sociedad mejor, más justa, pero hay una violencia que no cede y la salida, la respuesta, es colectiva”, añadió Ludueña.
En su reflexión respecto de qué exige hoy la sociedad al Poder Judicial, la presidenta del TSJ recordó que “una vez la escuche a Marisa Herrera decir que la gente se tiene que interesar por la Justicia como se interesa por la inflación. Y yo comparto eso, hay que romper con la idea del ‘oscurantismo’, de ese ‘Poder de privilegios’ y ‘alejado de las necesidades de las personas’. Esa mirada está cambiando, hoy un fallo de Familia tiene una repercusión aunque no sepamos quienes son los protagonistas y la discusión se vuelve pública. Ese también es un desafío para quienes integran el Poder Judicial, porque se abre una dimensión democrática del asunto y eso es el feminismo, donde la lógica del poder es otra. Siempre pienso que el feminismo logró generar cambios estructurales en el Poder Judicial ¿hubiesen sido posibles sin la avanzada de los derechos humanos que nos puso como ejemplo en el mundo? Creo que no, pero es consecuencia de eso”.