“Trabajar con adolescentes no es mirar el delito, no es el pibe chorro que necesitamos que deje de robar, hay que empoderarlo con otras cuestiones y esa es la especificidad de nuestra tarea”. Dialogamos con dos integrantes del Equipo Interdisciplinario de Niñez, Adolescencia y Familia de la provincia del Chaco, Noelia Meza, Lic. en Servicio Social, e Ileana Días, Lic. en Psicología. Profesionales ocupadas y preocupadas por lograr la reinserción social y evitar la reincidencia. Nos proponen no rotular a los adolescentes, no estigmatizarlos, comprender las vulnerabilidades con las que conviven, entender que es un fenómeno complejo y multicausal. Y nos enseñan que la Justicia Restaurativa se da en todo el proceso judicial, no es una medida que se toma, sino que es el espíritu con el que se trabaja desde que el adolescente ingresa al sistema hasta que culmina. “A estos chicos el delito nos les pasa como si nada por la vida, la justicia interviene, intentamos con esto que sea un antes y un después, un límite para este adolescente y para su familia”.

¿Cuándo y cómo interviene el equipo interdisciplinario en Chaco?
Noelia: El equipo del Poder Judicial del fuero juvenil interviene a pedido de un juez cuando se supone que un adolescente habría infringido la ley, mediante un oficio del juzgado. En este caso puede ser el juzgado N°3 o el N°4. Nosotros no actuamos si no recibimos el oficio de la jueza o juez. El equipo interdisciplinario está compuesto por trabajadoras sociales, psicólogas, psicopedagogos, médicos. Somos los encargados de hacer las evaluaciones integrales interdisciplinarias, elaboramos informes sociales y psicológicos.
Ileana: Cuando ingresa el pedido de intervención, al principio siempre es interdisciplinaria y luego vamos viendo. Ese pedido del juez puede ingresar solicitando una medida o una evaluación, y para ello hacemos un primer diagnóstico para proporcionarle a la magistratura información importante sobre las condiciones en que está ese adolescente, cómo es el barrio, la familia, por eso la intervención siempre tiene que ser interdisciplinaria. Hacemos una evaluación situacional, de riesgo y psicológica.
La mayoría de los chicos ingresan con problemáticas de consumo, y sabemos que a nivel país sucede lo mismo. Entonces, hacemos una sugerencia rápida al hospital, donde hay un servicio de adolescencia específico, para que lo evalúen y lo atiendan rápidamente, porque si va a volver a su barrio o lo van a alojar en alguna institución, tiene que haber sido atendido por ese consumo, incluso si hay que proporcionarle alguna medicación para esa abstinencia que va a sufrir.
Esta primera evaluación es sumamente importante, la hacemos en urgencia y luego se sigue interviniendo. Realizamos una o dos entrevistas con el adolescente, también citamos a sus referentes familiares o no, las trabajadoras sociales visitan el barrio. Lamentablemente muchos de estos delitos se producen cerca de sus casas, por eso a veces corre riesgo el adolescente al volver al hogar de su familia, en la cercanía pueden estar las supuestas víctimas y son todas cuestiones que tenemos que ponderar para comunicar al juez. A partir de esa evaluación que podríamos llamar de riesgo, la magistrada podrá pensar qué medida tomará, por ejemplo, socioeducativa.
Noelia: En este informe transdiciplinario nosotros no nos enfocamos en el delito que se pudo haber cometido, sino en los factores de protección y de riesgo que tiene el adolescente, evaluamos todo el contexto personal y sociofamiliar. Con respecto al delito en sí, será la fiscal y la jueza la que trabajarán indagando. Nuestros informes son no vinculantes, por lo tanto, proporcionamos una sugerencia con bases científicas interdisciplinarias. Damos un panorama a priori de cuál es la situación de ese adolescente.
Ileana: La última medida que puede tomar la jueza, o sea la internación, se realiza en un solo lugar para toda la provincia: la Aldea Tres Horquetas. Institución de puertas cerradas que tiene las características de un hogar, donde se brinda allí dentro la educación obligatoria que proviene del Ministerio de Educación, tanto primaria como secundaria. Nos tocó trabajar con un solo chico con una discapacidad mental y para él se hizo una intervención educacional particular desde el Ministerio, o sea que eso también está contemplado. La Institución tiene espacios de talleres, tanto deportivos como de arte, música, carpintería, electricidad, van variando. Nosotras siempre nos quejamos porque a veces la Institución está mejor y otras peor, eso depende de los gobiernos y los presupuestos que se asignan. Quiero aclarar que este alojamiento siempre está pensando como última medida. A veces nos pasa que el referente familiar está presente, pero no puede sostener y acompañar a ese adolescente, o a veces esa familia no está preparada para comprender la problemática, se culpa a la víctima, o sea que detectamos distintas situaciones que nos hacen decidir que no es lo mejor que esté en una institución, pero por lo menos lo alojamos hasta que se vaya trabajando a qué lugar va a ir, y eso se hace desde el momento cero. Hasta que se genera confianza con el equipo pasa un tiempo, generalmente los chicos tienen miedo de que vayamos a preguntarle del delito, si tienen o no armas, y ese tipo de cuestiones, o sea que después de que se despeja eso, se logra empezar a trabajar. Allí podemos ver con qué recursos contamos, tanto de la familia como del propio adolescente que generalmente está a la defensiva, son muy pocos que enseguida te cuentan lo que les pasa.
Noelia: Lo importante para nosotros es brindarle a ese adolescente, en principio, toda la información referida al proceso. Le explicamos cuál es nuestra función, cuál es la de la jueza, de la asesora, de cada persona que interviene. Porque este es un espacio nuevo para estos chicos, y se van a introduciendo a un universo desconocido. Algunos ni siquiera terminaron la escuela, no saben leer y escribir, están asustados, creen que les vamos a tomar declaración. Por eso, lo más valioso cuando entran en contacto con el sistema, es brindarles toda la información paso a paso del proceso que se va a ir dando y qué hace cada profesional. No sólo intervenimos nosotros con el equipo que pertenecemos al Poder Judicial, sino también interviene la Subsecretaría de Niñez. Tenemos dos funciones distintas. El sistema de protección tiene algunas falencias, pero son profesionales que van trabajando a la par nuestra y tratando de cumplir sus tareas. Por eso el adolescente tiene que entender quién es quién, y que no nos tome a nosotras como las responsables de juzgarlo. Sin la confianza de ellos, sin captar la atención, es imposible introducirnos en todo su mundo para ayudarlos. El trabajo es particular, cada adolescente, cada familia es individual, y se trabaja con cada uno de ellos. Cada intervención que se diseña es de manera ajustada, estratégica y artesanal. A veces parece que las conductas o los factores de riesgo son iguales, pero al ser ellos y su familia únicos, vamos planificando cada paso junto con ellos, es una retroalimentación que nos ayuda para elaborar los caminos a seguir, cómo comunicarnos, con qué institución aliarnos, qué pedirle o qué acuerdos podemos negociar con la jueza. La idea, obviamente, es que este chico se vuelva a insertar, y que no reincida en el delito. Y es imposible hacerlo sólo con ellos, sí o sí necesitamos a estos adultos que los vayan acompañando, sea una mamá, un papá, un tío, un hermano adulto.
¿En este acompañamiento a la jueza, con qué herramientas contás para que el adolescente o niño comprenda el delito que cometió y modifique su conducta?
Ileana: Te cuento algún ejemplo. Nos tocó trabajar con chicos que cometieron delitos contra la integridad sexual. Entonces, empezamos a buscar a dónde se daban talleres enfocados en la violencia sexual. Noelia encontró en una localidad cercana un taller sobre violencia para masculinidades. Logramos que la institución acepte a este adolescente, empezó a concurrir y cuando volvíamos a conversar con él nos decía que desconocía todo eso que estaba aprendiendo. Nunca le habían hablado de igualdad de género, ni de sexualidad, no contaba con herramientas para desarrollar una sexualidad integral y acorde para su edad. Creo que lo importante es no rotular al adolescente, no pensar que este chico va a ser un abusador para toda la vida, y eso tratamos de lograr. Acá en el Hospital de Resistencia hay talleres, a donde también derivamos a los chicos, pero trabajan otras problemáticas como noviazgos conflictivos, prevención de adicciones, entre otros.
Noelia: Siempre nos entrevistamos con los responsables de las Instituciones para ver si corresponde su taller con el perfil del chico y de la familia. No los mandamos solos. Incluso a ellos muchas veces les da vergüenza decir que están dentro del sistema judicial. Hemos trabajado también con iglesias, católicas o evangélicas. Esta idea de Justicia Restaurativa se da en todo el proceso judicial, no es una medida que se toma, sino que es el espíritu con el que se trabaja desde que el adolescente ingresa al sistema hasta que culmina. Nosotras trabajamos con el adolescente cuáles son sus intereses y desde allí lo trabajamos junto a la comunidad. No lo hacemos con la familia que fue víctima, porque hay que realizar un trabajo muy fino, muy cuidado y el sistema de protección no está todavía preparado, lo que podría provocar una exposición del adolescente a cualquier situación que se pueda llegar a dar. Por eso, al menos tratamos de incorporarlo en su comunidad o en otra cercana.
Para ayudarnos tenemos los Centros Integrados Comunitarios, las iglesias, los clubes de los barrios. Partimos de la base de que son adolescentes. ¿A dónde deberían estar? En la cancha, en un club, en la escuela. Hay chicos a los que les preguntamos qué quieren hacer, cuáles son sus deseos y no saben. Muchos no quieren ir a la escuela, porque ni siquiera sus padres fueron, entonces no es un ideal, no está dentro de sus prioridades. Pero, además, no saben qué desean porque nunca tuvieron el contacto, por ejemplo, con los deportes o las artes.
Nosotras trabajamos con la escuela Mariano Ferreyra que tienen un trabajo excelente de inclusión con los chicos. Tienen docentes secundarios, pero como nuestros adolescentes están en la primaria, están en tercero o cuarto grado, estos docentes adecúan los contenidos y les dan la posibilidad de estudiar ahí, les agregan clases particulares, talleres. Tenemos que saber que hay un bache en educación. Muchos adolescentes han abandonado el sistema educativo y se presenta la disyuntiva de que son muy grandes para la primaria y muy chicos para la escuela de adultos, entonces buscamos por todos lados para encontrar los espacios para nuestros chicos. Algunas son pagas, y allí vemos la posibilidad de algunos adolescentes que están trabajando y pueden pagarlas, entonces los enviamos.

Hemos trabajado también con la municipalidad por un caso de un chico de 16 años que tenía un retaso madurativo y fue protagonista de un accidente de tránsito. Él intentó frenar el caballo, no lo logró y chocó a un hombre, provocándoles lesiones que le dejaron una discapacidad física. Ahí trabajamos con la municipalidad para que le den talleres, porque no podemos pedirle que deje de andar en carro ya que es su sustento de vida. Así que empezamos a trabajar en las reglas necesarias para andar en bicicleta, moto, carro, auto. Esa experiencia con los profesionales de la municipalidad fue excelente.
Veo problemas que se repiten en distintas provincias. La falta de recursos para que se tomen las medidas que el sistema judicial dispone, poderes ejecutivos que no cuentan ni con los recursos materiales ni humanos para sus sistemas de protección y, muchas veces, los propios adolescentes y sus familias deben intentar pagar las medidas socioeducativas que se disponen para ellos.
Noelia: Así es. Muchas veces se disponía que un chico vaya a la escuela, pero la realidad imponía que necesitaba ir a trabajar, o sea, salía a robar porque no tenía para comer. Entonces obligarlo a ir la escuela, que siempre es lo deseable, a veces tiene que ser acompañado por otras medidas. A veces parece que la justicia corre para un lado y los adolescentes para otro, por eso hay que trabajar mejor cada caso. Esto lo ponemos en los diagnósticos, que no son, ni más ni menos, que un recorte de la realidad de ese adolescente hoy.
Nos pasó que había un taller para trabajar las agresiones o abusos sexuales, pero como requisito de admisión pedían que reconociera esa conducta. Nos sorprendió muchísimo ese requisito porque, justamente, para que reconozca la agresión sexual, la comprenda y no la vuelva a cometer, necesitábamos que haga el curso.
Así que esa es nuestra tarea, parecemos exploradoras buscando cursos y tallere por todos lados, hasta por las redes, hablando con colegas.

Es impresionante como se repite en los relatos de cada provincia la problemática de la falta de recursos financieros, el aumento de la conflictividad vinculada al consumo, el aumento de los delitos contra la integridad sexual y la escasez de cursos y talleres para adolescentes sobre esta temática en particular.
Ileana: En relación al consumo, en nuestra localidad, Resistencia, la capital de Chaco, nosotras sabemos a dónde se localizan los dealers, en qué barrios de la zona del conurbano. Y vemos en los chicos que ingresan y no nos quieren contar con qué barrios se juntan. Lamentablemente vemos cada vez más a menudo que los chicos responden a grupos cada vez más organizados de ventas de droga. O sea que ingresan a estos grupos porque les dan drogas gratis, y luego que están captados los llevan al delito. Una vez teníamos un chico que nos contaba que él salía a robar solamente Iphone porque es lo que le pedían. La mamá buscó todos los recursos a su alcance para ayudarlo, el padrastro también y no había manera. Es un chico con muchos recursos, muy inteligente, no había dejado la escuela, no consumía drogas, pero era imposible sacarlo de ese grupo delictivo, estaba como fascinado porque era un joven líder. Yo le decía a la jueza que para este caso debería darse intervención a alguien más, por ejemplo, a narcomenudeo, porque a este chico podemos darle todas las herramientas, mudarlo de lugar, pero siempre vuelve, e incluso la banda lo va a buscar. Son un grave problema estos grupos organizados que buscan adolescentes, que les sirven a su estructura delictiva.
Con respecto a la escuela quiero decir que somos insistentes con la escolaridad. Me vienen a la mente varios ejemplos. Recuerdo un chico que era muy chiquito, Noelia hizo un trabajo con la familia, se mudan del pueblo, se van a vivir al campo, pero él quería terminar su escuela. Terminó la primaria en el campo y para la secundaria tenía que volver al pueblo. Él terminó todo su proceso con nosotras y me preguntaba siempre por su escuela. Este chico, no tenía antecedentes, no tenía problemas de consumo, pero lamentablemente cometió un homicidio. Hizo tratamiento, venía una vez al mes al equipo lo que significaba para la mamá un gasto importante en pasajes, en pandemia continuó por video llamada, pudo reconocer el hecho y sus implicancias. Hasta el día de hoy, no puede volver a esa escuela porque allí está la hermana y la prima de la víctima. La verdad es que me parece injusto para él. Nosotras averiguamos si podía hacerla por internet o alguna otra forma y no pudimos conseguir la solución.
¿Qué les pasa a ustedes con la mirada de la sociedad que pide que los metan presos, que bajen la edad de punibilidad?
Noelia: Somos sapo de otro pozo. Nos lleva a discusiones desde familiares hasta con grupos de amigos. Imaginate con mi papá, jubilado de la policía.
Ileana: Cuando mi hija era adolescente siempre me buscaban para hablar y yo debía explicar que estas personas adolescentes que entran en contacto con la ley penal tienen sus derechos vulnerados, en su gran mayoría. No tuvieron oportunidades, no fueron a un club, o una escuela, o no tuvieron las necesidades básicas satisfechas. Nosotras hacemos una tarea de concientización con la jueza Vilma Almirón, que es tan generosa y siempre nos convoca a dar charlas. Vamos a facultades, escuelas secundarias, distintas organizaciones. La idea es que el que nos escucha puede tener una visión crítica, le mostramos por qué se trabaja en esta forma diferenciada con los niños y adolescentes. A estos chicos el delito nos les pasa como si nada por la vida, la justicia interviene, intentamos con esto que sea un antes y un después, un límite para este adolescente y para su familia. Vemos estudiantes de psicología, de abogacía, que tienen prejuicios y piden bajar la edad, y claramente nos interpela esa situación, cómo puede ser que personas que se están formando en estas carreras piensen así.
Noelia: En una de las facultades me resultó muy llamativo que a esos estudiantes que nos escuchaban no les llenaba o no les convencía la idea de que a los adolescentes les estaban siendo vulnerados sus derechos, buscaban algo más. Allí intentamos explicarles que a estos adolescentes hay que mirarlos con perspectiva de derechos humanos. Nos dimos cuenta, que ellos esperaban que les demos a los adolescentes la misma respuesta que a un adulto. Por eso tenemos que mostrar que tenemos buenas experiencias con estos adolescentes, acompañándolos, reinsertándolos a su comunidad, dándoles otra oportunidad en la vida. Pero explicarle a la sociedad que muchas veces está enojada, no es fácil.
¿Qué tienen estos adolescentes 2025 de diferentes a nosotras en nuestra adolescencia?
Ileana: Nos tocó trabajar en algunos colegios privados y les mostrábamos a ese grupo de adolescentes la diferencia con los otros que vemos nosotros en el equipo. La primera es que ellos están escolarizados desde jardín, tenían la oportunidad de elegir el deporte que se les ocurriera hacer, porque incluso pudieron probar uno, seguir otro, etc. Y estos chicos no tuvieron nada de eso porque desde chicos tuvieron otras carencias. Primero preocuparse por tener para comer, algo tan básico, quedarse en una casita carenciada al cuidado incluso de hermanitos más pequeños, salir a trabajar, entre otras vulnerabilidades. Marcar estas diferencias, sirven para entender.
Noelia: Yo veo de diferencia entre estos adolescentes y nuestra época, la falta de la figura de autoridad. Antes nosotros teníamos que responder ante nuestra mamá, papá, docente, pero hoy no está esa figura. Cada vez más jóvenes tienen hijos, o el contexto laboral hace que los padres no estén en la casa prácticamente, un corrimiento también de las instituciones y la falta de políticas públicas. Antes, la directora estaba muy presente en la escuela, las ausencias eran motivo de preocupación, ahora veo las escuelas más expulsivas, te echan por la conducta. El sistema de protección no tiene tampoco muchas estrategias ni muchos profesionales. Así que veo principalmente chicos manejándose muy solos. Tan jóvenes, tan chicos, asumiendo responsabilidades que no les corresponden, tomando decisiones solos que nos comprenden a donde los está llevando.
Ileana: También es muy importante mostrar las estadísticas. No hay tantos casos como los que se dicen públicamente. Y eso también es responsabilidad de los medios. En la televisión, cuando empezó el debate de la baja de la edad, hablan de números que no existen, y están hablando diputados, asesores, esa mala información, o falsa, llega al conjunto de la sociedad. Tampoco hay información de lo que hacemos desde la justicia o lo organismos del ejecutivo. Yo vivo diciendo que acá, gobierno que viene, no le importa los adolescentes. A veces había programas de Nación, preguntamos acá y no se sabe nada o no llegó la plata para ese programa. Lamentablemente para los adolescentes no hay programas, y no digo sólo los que llegan a la justicia, sino aquellos vulnerables para los que no hay ninguna política pública.
¿Ya me dijeron que por parte del poder ejecutivo hay poco y nada, y cómo se articula, cómo se trabaja?
Noelia: Todo lo que te contamos que nosotros hacemos, no es competencia del Poder Judicial. Nuestra función es sólo el monitoreo que nosotros llamamos seguimiento en etapas. Pero nosotros lo hacemos igual porque hay un compromiso, hay un interés social, nos lleva la ética, no los podemos dejar solos. De todos modos, en la Subsecretaría de niñez hay profesionales muy comprometidos, pero tienen atadas las manos y los pies. No cuentan con movilidad, ni con programas, utilizan sus propios medios para hacer visitas, con todos los riesgos que acarrea entrar a un barrio. Entonces diría que los profesionales tienen interés, pero no cuentan con un respaldo institucional. Hay falta de comprensión desde las cabezas, no entienden que trabajar con adolescentes no es mirar el delito, no es el pibe chorro que necesitamos que deje de robar, hay que empoderarlo con otras cuestiones y esa es la especificidad de nuestra tarea.
¿Cómo son las condiciones de detención cuando privan a un adolescente de su libertad?
Noelia: Se trabajó muchísimo con el dispositivo, visitábamos el lugar con la defensora y dábamos capacitación y charlas porque ese centro dependía del Servicio Penitenciario y luego logramos que pase a Desarrollo Social. Tiene falencias edilicias.

Ileana: La jueza fue hace poco y constató que el baño no venía funcionando bien. Son dos casas grandes con cocina, comedor, tres habitaciones y un baño. La estructura está bien pensada, tiene forma de hogar, salones grandes para talleres, un sum donde funciona la escuela, biblioteca, espacios de deporte y mucho espacio verde. Ahora está funcionando una sola casa, porque son pocos los alojados. Los chicos se turnan para limpiar su casa y eso es importante porque ahí se ve la colaboración entre ellos. Tengamos en cuenta que tienen la impulsividad contenida y ante la mínima modificación, reaccionan con agresividad porque tienen muchas dificultades para poner en palabras distintas cuestiones. Entonces para mí, hablar sobre eso con ellos es primordial. Por supuesto que cumplen un horario estricto para levantarse, desayunar y cada actividad. Tienen días de visita de la familia y la posibilidad de hablar por teléfono con la mamá o la familia.
Noelia: Es un espacio donde se va tratando de incluirle hábitos, a veces les decimos es como tu casa, pero en realidad no es así porque en su casa se levantan a la hora que quieren, si quieren ir a la escuela van, si no, no van, por eso esta rutina es algo nuevo y a veces les cuesta mucho tener que limpiar, llevar tu taza a la cocina, mantener el orden, lo básico que hacemos todos en nuestras casas. Son chicos de 16 o 17 años que nunca lo hicieron.
Ileana: Muchos de ellos tienen un padre, un hermano o familiar detenido en una cárcel, por eso llegan con una idea preconcebida de lo que será ese alojamiento. Incluso practican rituales de bautismo, al que entra nuevo le hacen tener miedo, tratan de hacerle daño físico, quieren mostrarse como el más fuerte. A veces amenazan al nuevo de que lo van a violentar sexualmente, o a veces amenazan al afuera, a su familia, a sus afectos. Así que con el equipo del Centro Socioeducativo Aldea Tres Horquetas trabajamos para desactivar estas situaciones.
Les pido una reflexión final sobre qué debemos sumar para mejorar el sistema penal juvenil en la Argentina.
Noelia: Nos falta mirar a estos adolescentes y tener políticas públicas específicas para ellos. Creo que, con esto, si bien no se van a resolver todos los problemas, vamos a tener otra mirada que nos ayudará también a capacitarnos más. Por otra parte, faltan políticas para fortalecer a esas familias.
Ileana: Creo que nos hace falta más capacitación, incluso dentro del poder judicial. Debería ser obligatoria para los equipos que estamos trabajando con adolescentes. Falta además información para el afuera, para la sociedad. Faltan políticas de estado. La estadística del delito adolescente es muy baja, así que con voluntad y algo más de recursos se podría trabajar muy bien.